Sí, lo sé. El verano para la gente en la Ciudad de México, en muchos de los casos implica muchísima lluvia, granizo y demás y pareciera ser que en el verano a veces sacamos más cobertores que en el invierno. Sin embargo, para esta entrada del blog quisiera hablar de lo que implica la práctica del yoga en el contexto del verano, en esta etapa del año en donde hay un poco más de luz, en donde estamos un poco más abiertos a conocer e interactuar con otros, etcétera.
El solsticio de verano ocurre entre el 20 y el 21 de junio (para el Hemisferio Norte) e implica que existen más horas con luz para poder llevar a cabo actividades al aire libre, por lo general, cobijados por un clima más cálido.
El verano nos sirve para muchas cosas, para reconectarnos con la naturaleza, saliendo a correr, practicando yoga en el pasto, nada más tomándonos un momento para observar las maravillas que hay alrededor de nosotros, pero también para honrar al sol, lo cual puede suceder – como muchos lo hacen – a partir de la práctica de 108 Saludos al Sol (Surya Namaskara) para tomar un poco más de energía y sentirte imparable.
A mí, en lo personal, el verano me ayuda a sentirme más libre y con más ganas de llevar a cabo mi práctica de fuerza y de equilibrio, más allá de las aperturas de los arcos que en otros momentos me caen tan bien. En estos momentos es ideal, también, practicar respiraciones o pranayama que estén concentrados en la inhalación y exhalación a través de una fosa nasal, por ejemplo, para eliminar todo lo negativo que tengamos en el cuerpo y promover los sentimientos y pensamientos positivos.
En cuanto a las posturas, busca practicar las que se centren en el chakra Manipura o del Plexo Solar, esto quiere decir que busques las torsiones y el fortalecimiento de tu centro, como punto en donde emana todo el fuego que te hace vivir y echarle ganas a la vida.
¿Cómo llevas tu verano hasta ahora? ¿Tienes algún ritual en específico que haga de este momento algo particular para ti?
Seamos receptivos. Namasté.
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