Si buscáramos los motivos por los cuales la gente se acerca al yoga, encontraríamos miles. Puede ser que busquemos estar menos estresados, más tranquilos, tener una vida más sana, bajar de peso, ¡yo qué sé! Las razones son infinitas. Por el otro lado, si viéramos de qué implica la práctica de yoga, veríamos que tiene mucho más fondo que lo que la forma nos puede mostrar a primera vista.
Uno de estos aspectos, que sobre todo aparece en la práctica de Ashtanga – como veremos más adelante – es el tema del yoga y las fases lunares. Esto tiene sentido cuando vemos que el yoga, en su búsqueda de unir al cuerpo con la mente, también nos lleva a unirnos con nuestro espacio, la naturaleza y sus tiempos.
¿Qué son las fases lunares?
Las fases lunares son los cambios aparentes de la parte iluminada de Luna. Estos cambios se hacen notorios conforme la Luna cambia de posición con respecto a la Tierra y al Sol en un ciclo completo de 29,53 días.
La Luna, con sus cambios, no sólo mueve energías y mareas, sino que también nos ayuda a nosotros a entender la impermanencia y el cambio, el movimiento continuo que tiene la naturaleza en donde nada es estático y todo es cíclico.
¿Qué tienen que ver las fases lunares con el yoga?
Nuestro cuerpo está compuesto en un 75% de agua, algo que la Luna sabe muy bien movilizar. Esto puede ser determinante, como en el caso de Ashtanga, para que nuestro cuerpo sea más proclive a lastimarse o no (por eso Ashtanga no se debe practicar en Luna Nueva o Luna Llena).
Veremos aquí, con un poco más de detalle la influencia de las fases de la Luna en la práctica de yoga:
Luna Nueva
En la Luna Nueva, es un gran momento para que en nuestra práctica de yoga establezcamos nuestro sankalpa o nuestra intención y dirección. Es un gran momento para nuevos inicios y para establecer prácticas más meditativas que asanas vigorosas que puedan lastimar al cuerpo. Las mareas bajan, por lo que los ligamentos y articulaciones están más secos, haciendo que seamos menos flexibles y nos lastimemos de forma más fácil.
Luna Creciente
En Luna Creciente, el prana o la energía vital se acumula de manera que nos sentimos con mucha más energía para tener una práctica más intensa. Es en este momento en el que actuamos acorde al sankalpa que establecimos en la Luna Nueva y creamos una práctica de yoga coherente y alineada.
Luna Llena
Durante la Luna Llena, cuando hay más luz, la energía nos invita a brillar más que nunca, por lo que podemos estar más reactivos emocionalmente. Es el periodo ideal para la práctica de Bhakti Yoga o el yoga devocional, para rendir los frutos de nuestro trabajo ante algo o alguien. Este periodo es perfecto para ir hacia adentro, inspirarnos y conocer más y más sobre nosotros mismos y la disciplina del yoga. Al igual que en la Luna Nueva, las mareas están más agitadas, por lo que el agua en nuestro cuerpo hará lo mismo: se recomienda más cultivar la energía vital y gozar de la plenitud de la práctica no física del yoga.
Luna Menguante
En la Luna Menguante buscamos desintoxicarnos y soltar lo que no necesitamos. Esto no sólo incluye malos hábitos y patrones, sino para desapegarnos de nuestro ego en la práctica. Ya no será tan importante el cuán impresionante es nuestro parado de manos o nuestras inversiones, sino que vamos a librarnos de lo que no sirve a nuestro crecimiento espiritual. Este es el momento ideal para trabajar ejercicios de respiración o pranayama que limpien a nuestro sistema.
¿Habías encontrado esta sincronía de las fases lunares en tu práctica? ¡Házmelo saber en tus comentarios!
Seamos receptivos. Namasté.
Buenísimo! No lo había relacionado.