Estas semanas han sucedido una serie de eventos que me llevaron a pensar en la interrogante de qué tanto tiempo/recursos le invertimos a nuestro bienestar como sociedad, más allá del entretenimiento.
Finalmente, después de mucho pensar y poner en una balanza todos los efectos de la pandemia, las vacunas que ya tengo y un larguísimo etcétera, decidí regresar al gimnasio a entrenar, lo cual pudiera haber significado una tortura para varios pero que, extrañamente, para mí resultó en un gran placer en el volver a sentir mi cuerpo en movimiento y en estar en un espacio dedicado al cuerpo. Era el peso que requería.
De la misma manera, me di otro espacio para mi bienestar, no sólo a través de las clases de yoga, sino también mediante el tiempo compartido con amigos, nuevos amigos y personas que son muy cercanas a mi corazón, para sentir nuevamente esa conexión humana. Me di cuenta de que, en realidad, estaba muy preocupada por volver a socializar después de meses de ser ermitaña (feliz), y eso me hizo darme cuenta de que soy un ser esencialmente social y que requiere de otros.
¿A qué voy con esto? Creo que en el fondo lo que todos necesitamos tras dos años de pandemia es sentirnos bien, es encontrar un poco esa zona de confort – aunque sea por un momento – en el que sepamos que estamos dando lo mejor de nosotros con cierta comodidad y contento. Esto es a lo que aspiro yo ahora y, si bien para algunos puede parecer derrotista, en mi caso yo lo observo como una medida de conservar mi salud mental en medio de una situación que si se me va de las manos, perdería el control sobre de ella.
A estas alturas del partido, no me interesa mucho la crítica ajena sobre si lo que hago con mi vida es banal o no, y si en realidad “consideran que es lo mío” o, peor aún, le ponen adjetivos a las cosas que hago. Yo soy una persona feliz, plena y contenta que quiere crecer y que se dio cuenta a tiempo de que el formato anterior no funcionaba, es de sabios cambiar de opinión.
Lo importante es estar bien, sea que para ti eso implique un café por la mañana, una caminata por el parque, una clase de yoga, hora en el gimnasio o, bien, leer un buen libro por un rato. Sé tú mismo y date chance, vida sólo hay una.
P.S. Este blog regresará a su normalidad pronto, nada más regreso a mi salud mental, lo prometo.
Lo importante de todo esto , pandemia es que nos dimos cuenta de lo frágil que es la vida, qué hay que vivirla sin reservas, ver y estar con la gente que nos quiere y queremos, hacer lo que nos hace felices, la vida no es fácil es sencilla pero nos la complicamos, y la pandemia nos enseñó a verla desde otro ángulo, así es qué hay que disfrutar y ser intensamente felices!!