El yoga es unión entre mente, cuerpo y espíritu. El ser humano es altamente sensible y siempre se encuentra expuesto a las emociones, en el enorme abanico que normalmente se nos presente, desde la alegría, la euforia, el dolor, el placer, la tristeza, y un largo etcétera. En otras palabras, el ser humano suele ser regido por mente y por su espíritu (a veces le añadiría el corazón, ¿no lo creen?).
¿En el yoga nos enfrentamos a emociones difíciles?
Aún cuando la visión que la mayoría de la gente tiene sobre el yoga es aquella de Shanti (paz) y el amor hacia todos los seres vivos, casi el estado zen, es importante también recalcar que en el yoga también se abordan las emociones difíciles, las cuestiones incómodas. Es cuando nos damos cuenta de que estamos siendo distintos en nuestro tapete, de cuando estamos teniendo un día difícil o muy bueno y eso cómo se traduce en nuestras asanas, nuestro pranayama y en nuestra práctica en general.
Ahimsa y los malos días
Como ya había mencionado en la entrada sobre los Yamas, el principal eje rector de la filosofía yógica es Ahimsa o la no violencia. Esta no violencia no es únicamente entendida desde el aspecto físico o, bien, desde el respeto a todo tipo de vida, sino también refiere a la no violencia y al respeto hacia nuestra propia vida, hacia nosotros mismos y – sí – hacia nuestras emociones. Ahimsa implica aceptar que podemos estar teniendo un mal día pero que eso no nos crea una mala vida o nos hace malas personas, sino que debemos aceptar y amar el proceso, dejarlo fluir. Con lo bueno y con lo malo.
El yoga es el espacio perfecto para abrazar tu desorden interior, para amarte con todos tus defectos y para buscar ir más allá de lo que las fotos de bailarines profesionales haciendo posturas. Nosotros no somos nuestras emociones, no generemos apego a ellas porque no nos definen.
¿Cómo nos ayuda el yoga con nuestras emociones?
El yoga ayuda en el control de las emociones porque nos transforma desde lo más esencial de nuestro ser, nos ayuda y nos enseña a ser abiertos ante todo lo que el universo y la vida nos dé y nos enseña no sólo a ser flexibles en nuestra práctica de asanas, sino a ser flexibles en nuestras emociones. A ser como los árboles: ir con el viento para no rompernos, aprender a doblarnos con gracia y luego regresar a nuestra forma.
Les invito a abrir su chakra corazón, a observar sus emociones, a mirarlas con paz y con calma. El yoga no necesariamente es poner nuestros pies detrás de la cabeza o lograr una fotografía perfecta, el yoga es esencialmente un proceso de autodescubrimiento y de autoamor y de autocompasión por uno mismo.
Seamos receptivos.
Namasté.
Pingback: ¿Qué son los mantras? - Acacia Yoga Espiritualidad