Ahora que terminaron los Juegos Olímpicos de Tokio, como persona y practicante de yoga y meditación, me quedan muchas interrogantes en torno al tema de la salud mental y el ejercicio físico.
Creo que sí tuviéramos que escoger el tema central de esta justa fue – claramente – el tema de cuán importante es la salud mental y física de los atletas para que puedan tener un desempeño correcto y para mantener en alto el espíritu de la sana competencia. Esto lo vimos de la manera más evidente con el caso de la gimnasta Simone Biles y su deseo de retirarse de ciertos momentos de la competencia ya que no se sentía ella misma y, sí, podía implicar incluso un daño mayor a su salud; pero no sólo aplicó en este controversial caso, sino que también podríamos hablar de cualquiera de los aspectos de la competencia y encontraríamos el quehacer mental de cada una de estas personas.
¿Esto qué tiene que ver con nuestra vida diaria o con el yoga? Pues en realidad: todo. Estamos viviendo momentos muy atípicos con la pandemia y, para muchos de nosotros, esto implica que tenemos que cuidar el doble de nuestra salud física y mental para poder seguir funcionando de manera correcta. En mi caso, yo he buscado ayuda adicional a lo que el yoga y la meditación me pueden aportar y se ha vuelta la “columna vertebral” de mi bienestar diario, lo que me ayuda a estar libre de ansiedad y estados mentales no hábiles.
Creo que este es el momento ideal para despegarnos de la idea de que pedir ayuda implica “estar loco” o que socialmente no vamos a encajar para, mejor, observar al mundo desde la óptica de que estamos trabajando en ser mejores personas, profesionistas y humanos. No deberíamos de dejar todo hasta que el vaso se derrame y ya sea demasiado tarde, sino que la salud mental debería ser un derecho para todos.
Esta entrada es más corta de lo normal y, ciertamente, más desorganizada de lo que suelen ser mis pensamientos pero quería compartirles algunas de las cosas que han pasado por mi mente en los últimos días y quisiera hacerles una atenta invitación que si necesitan ayuda, la pidan, siempre va a haber una salida y alguien que pueda escucharlos y ayudarles a salir adelante.
Seamos receptivos. Namasté.
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