Balasana o postura del niño

Balasana
Balasana o postura del niño

Cuando uno se encuentra a la mitad de una práctica de yoga, particularmente alguna en donde la exigencia física tiende a subir, una de las posturas de descanso que más disfrutamos es Balasana, la postura del niño. Esta postura, o asana, se llama así por el sánscrito Bal que quiere decir niño o bebé; lleva este nombre por la calma a la que nos induce, la cual es característica de los infantes, quienes suelen no tener preocupaciones.

Es una de las mejores posturas de yoga para relajarse dada la facilidad de entrar a ella y de mantenerse en ella. Dependiendo de qué tanto queramos sacarle jugo a su capacidad de estirar nuestra espalda, existen dos variaciones, la primera es la que se muestra es la foto central de este texto, en donde podemos llevar las manos hacia el frente o hacia atrás; y una segunda variación nombrada Ananda Balasana, o postura del Bebé Feliz, la cual se realiza boca arriba y sosteniendo nuestros pies como en la imagen al calce.

Ananda Balasana o postura del bebé feliz

¿Cuáles son los beneficios de Balasana?

Balasana es una postura que puede tener muchísimos beneficios para el cuerpo (les recomiendo este sitio si quieren leer sobre otros beneficios de esta asana), y no solamente para los practicantes de yoga, sino para cualquier persona que requiera un descanso o que realice otro tipo de esfuerzo físico. El primer beneficio, y posiblemente el más obvio, es el estiramiento de la zona lumbar, seguido de la reducción del estrés, la fatiga y brindarnos la posibilidad de entrar en un completo estado de relajación. Si en la primera variación de la postura, la realizamos con los brazos estirados al frente – en una versión más activa – estaríamos también estirando nuestros hombros.

¿Cómo entramos a Balasana?

Para entrar a Balasana, es necesario colocarnos sobre nuestras rodillas, sentados sobre los talones y con los dedos pulgares de los pies juntos. Las rodillas pueden ir ligeramente separadas. Con la exhalación, inclinamos la espalda hacia nuestras rodillas, de manera que nuestra frente toque el piso, así el coxis se alarga y el cuerpo comienza a entrar en un periodo de relajación muy profundo.

Como les comentaba, en la primera variación podemos poner los brazos a los costados del cuerpo y hacia atrás o, bien, enviarlos por delante para estirar los hombros.

Esta sencilla postura está muy indicada como movimiento contrario a algunas posturas como las cobras o esfinges, en donde la zona lumbar se presiona; también, dentro de la serie de Ashtanga existe como relajación tras el parado de cabeza, o Sirsasana, para que nuestras cervicales puedan encontrar un momento de paz tras el esfuerzo. En Balasana nos podemos quedar el tiempo necesario, el tiempo que nuestro cuerpo nos pida, ya que es un momento en donde estamos con nosotros en paz.

Les invito a probar Balasana la próxima vez que sientan que el cuerpo les pide a gritos un descanso o, simplemente, cuando quieran reconectarse y escuchar lo que nuestro ser nos pide. Les juro que no se arrepentirán.

Namasté.

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