Advertencia: Esta entrada es completamente vivencial y personal.
Recientemente tuve la enorme fortuna de ser parte de la certificación de maestros de Dharma Yoga de 200 horas del Dharma Yoga Center de Nueva York, bajo la guía del gurú Sri Dharma Mittra; un hombre cuyo valor no recae únicamente en su capacidad de practicar las posturas y en su enorme conocimiento de la teoría del yoga, sino en su enorme capacidad de ser humano (sentido literal).
Fue, probablemente, una de las experiencias más agotadoras, más profundas y más hermosas de mi vida. Al tiempo en que lloraba como loca en el último día y que lo único que podía decir cuando me abrazaban era “estoy exhausta”, sólo podía pensar en lo afortunada que fui de haber coincidido en espacio y tiempo con tantos seres humanos tan maravillosos, con tanta capacidad de amar y de querer hacer una diferencia en sus comunidades y en este mundo. Cambié mi vida en tantos sentidos para llegar al Dharma Yoga Center y todo para que el Dharma Yoga Center y Sri Dharma Mittra me cambiaran la vida a mí.
Pero, a todo esto ¿qué es Dharma Yoga?
De acuerdo a la revista Yoga Journal, Dharma Yoga es un estilo de yoga “basado en los más de cincuenta años de conocimiento adquirido por Sri Dharma Mittra. En esencia es un sistema de yoga clásico, Hatha – Raja Yoga. Una práctica devocional que hace hincapié en la no violencia, promueve el bienestar de todos los seres por igual y fomenta la autorrealización a través del autoestudio”.
En otras palabras, es un estilo de yoga que más que aportar una serie predeterminada de asanas para distintos niveles, nos aporta coherencia e integridad, en cuanto a que practicamos lo que la ética del yoga, los Yamas y los Niyamas. Cada práctica de Dharma, por más principiante, lesionado, avanzado o intermedio que uno sea, incluye ejercicios de respiración, meditación, relajación y posturas, es integral y trata de seguir cada uno de los ocho brazos del yoga.
Estar cerca de Sri Dharma Mittra es una experiencia que aún no logro poner plenamente en palabras. Definitivamente es una experiencia única escuchar y absorber el conocimiento de un ser que ha dedicado los últimos cincuenta – o más – años de su vida al espíritu y a la práctica del yoga pero que, aún así, ve la vida con muchísimo humor. Nos enseña a todos y a cada uno qué hay que tomarnos nuestra práctica muy en serio pero no tomarnos a nosotros demasiado en serio. Cada momento es un aprendizaje y cada momento es purificación.
En las siguientes entregas les iré contando un poco más sobre lo que implicó estar desde muy temprana hora practicando pranayama, la práctica excepcional de las asanas, y lo que pueda lograr verbalizar del enorme proceso de crecimiento espiritual y humano que se concentró en estos diez días. Sigan conmigo, les prometo que se pondrá bueno.
Seamos receptivos. Namasté.
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