En el cambio drástico que existe entre las series de Dharma I y Dharma II, una de las adiciones que puede resultar más complejas es la de Kakasana o la Postura del Cuervo al inicio de las asanas fijas.
¿Qué es Kakasana?
Kakasana, o la Postura del Cuervo, es una postura que consiste en un equilibrio sobre los brazos en donde nuestras rodillas se montarán sobre nuestros brazos a manera de repisas.
Para entrar a Kakasana, tenemos que empezar en cuclillas en Malasana, con ambos pies a los lados del tapete para que, de allí, apoyemos las palmas de las manos hacia el suelo y al ancho de los hombros.
Posteriormente, elevamos la cadera con la espalda estirada y la mirada al frente, justo para evitar irnos hacia abajo. Con mucha conciencia vamos a elevar un pie y luego el otro para que ambos queden “suspendidos” en el aire.
¿Qué pasa si aún no tengo la estabilidad para entrar a Kakasana?
¡Entonces eres como yo! 🙂
A mí me ha costado muchísimo trabajo esta postura y, cada vez que enseño Dharma II es un nuevo reto el intentar subir un pie y el otro sin que me dé vértigo, entonces, te entiendo. El truco está en que los dedos de las manos estén bien abiertos para tener más puntos de apoyo, así como hacer fuerza con las manos hacia el tapete, esto te dará una mayor sensación de seguridad.
En este caso, lo mejor que podemos hacer es quedarnos simulando la postura sobre nuestras cuclillas y continuar levantando un pie y después el otro, para que darnos una idea de cómo se debe de ver la postura y las sensaciones que existen cuando empezamos a jugar con el equilibrio. Otra opción es hacer uso de props como los bloques o la rueda, poniendo los bloques a la altura de nuestro mentón y ensayar el subir los pies o; poner la rueda por detrás y subir los pies a ella y experimentar con el equilibrio.
¿Qué beneficios tiene Kakasana?
Como hemos visto en las posturas que se han mostrado en este blog, todas las asanas tienen una intención, por lo cual sería rarísimo encontrar una que se realice nada más por que sí. Kakasana no es la excepción.
Además del beneficio obvio de trabajar el equilibro y la fuerza en los brazos y en las muñecas, cuando estamos en esta postura, también trabajamos los músculos centrales del cuerpo, por lo que tonifica y da fuerza al abdomen, estimulando al estómago y a los intestinos, ayudándonos a tener una mejor digestión.
Kakasana también trabaja los músculos de la espalda, los brazos y las piernas, por lo que fomenta que después podamos entrar a posturas más difíciles como un parado de cabeza entrando desde la Postura del Cuervo (esto se hace mucho en Dharma).
Esta postura, sobre todo, nos ayuda a generar una mayor conciencia sobre nuestro cuerpo y la manera en la que está distribuido; nos brinda una sensación de ligereza.
Pensamientos finales
Esta postura definitivamente es avanzada por lo cual no debe ser tomada a la ligera. Si bien en ella trabajamos el vencer nuestros miedos, es claro que tenemos que ser conscientes de nuestro cuerpo y de lo que puede y no puede hacer. Si quieres intentarlo, consúltalo con un instructor de yoga o con un médico previamente para evitar que te lastimes y, como siempre, escucha antes a tu cuerpo, él tiene la razón.
Seamos receptivos. Namasté.