Savasana o Postura del Cadáver

Al término de todas las sesiones de yoga – o al menos las que a mí me han tocado – siempre viene un periodo de tranquilidad llamado Savasana o postura del cadáver. Es una postura increíblemente “accesible” para todos los niveles ya que, esencialmente, sólo requiere que te recuestes boca arriba, con tus palmas viendo hacia el techo, tus pies separados el uno del otro y los ojos cerrados.

¿Qué es lo que hace a Savasana tan especial?

No sólo es una postura, sino que es el momento para relajarse después de haber ejercitado al cuerpo en una rutina de yoga. Es el momento en el que escuchamos más a nuestro cuerpo y, cómo me gusta decirlo en mis clases, le damos las gracias por dejarnos practicar y por darnos salud y vida.

En algún momento le preguntaron a Dharma Mittra que cuál era su postura favorita y, contrario a lo que todos pensábamos, dijo que Savasana, por el simple hecho de ser el momento en el que te rindes y dejas todo ir. Cada vez que voy llegando al final de mi clase, esta idea cobra más y más sentido.

¿En qué consiste Savasana?

Como lo dije al principio, Savasana es una postura que se practica al término de la clase y tiene como objetivo integrar los beneficios completos de la práctica al final, en un estado de relajación absoluta. Sólo por esto podemos comprender que no es una postura tan fácil como luego queremos creer ya que estamos buscando desconectar poco a poco al cuerpo sin desconectar la consciencia.

¿Qué beneficios tiene Savasana?

Esta es una de las posturas que, por donde le veas, tiene beneficios. En primer lugar, calma la mente, alivia el estrés y puede ser una gran ayuda en casos de depresión; también relaja al cuerpo, reduce el dolor de cabeza, el insomnio y los malestares corporales que tengamos. Nos ayuda a entrar a ese estado de paz que luego necesitamos tanto siempre y cuando tengamos la actitud mental correcta para entrar a esta postura.

Les recomiendo practicar conscientemente Savasana por un periodo entre 7 y 15 minutos (si ya sientes que estás soñando, ¡regrésate!), darle a tu cuerpo ese apapacho y momento de amor tan necesitado.

Seamos receptivos. Namasté.