Hoy en el #LunesdeAhimsa tenemos a una invitada muy especial: Celina Padilla Vázquez. Celina, además de ser una gran amiga, es una fantástica persona que me enseñó no sólo a hacer composta, sino la importancia que tiene para nuestro entorno y la forma en la que vivimos.
Celina hoy nos cuenta del compost urbano, sus talleres en línea y su hermosa visión de la vida. ¡Los dejo inspirarse con ella!
Cuéntanos un poco de ti y de tu trabajo en la composta.
Me gusta pensarme como una mujer agua: en cambio constante. Mi vida adulta la he dedicado, sobre todo, a trabajar en finanzas y eventos culturales. Hace casi tres años empecé a interesarme mucho en la forma en la que consumimos y la relación que tenemos con la naturaleza. Para mí fueron tiempos difíciles, de desesperanza. Empecé a investigar, a tomar talleres y cursos, voy cambiando algunos hábitos y una cosa me va conectando con otra. Desde que empezó la pandemia, estoy dando talleres en línea de compost urbano. El compost es un gran detonador. Le dedico mucho tiempo porque sé que una vez que una persona integra el compostaje a su vida, es imposible quedarse ahí. Se vuelve aún más evidente cómo todo, de verdad, está conectado. Es como un hilito que jalas y se empieza a deshacer una tela, esta tela que es la herencia de prácticas y costumbres en la que crecemos y en la que participamos, muchas veces, sin chistar.
¿Cómo relacionarías a la labor de la composta con la compasión y la vocación de ayudar?
Debemos estar de verdad muy alejados de la tierra y la ciencia para no darnos cuenta del daño que hemos causado sobre todo en los últimos 100 años, y las consecuencias que esto nos trae. Compostar es un pequeño (o grande) y maravilloso acto de regeneración que te lleva a entender, entre otras muchas cosas, que cambiando tú, cambia tu entorno. Me encanta pensar en el compost como un proceso de transformación personal que se replica hacia otras prácticas y permea en las personas y otros tantísimos seres que conviven con nosotros de una u otra manera.
¿Qué retos has encontrado en tu camino para ayudar al planeta?
Es un viaje en el que sigo y en el camino voy cambiando e integrando nuevas ideas. Hoy por ejemplo, no pienso en “salvar el planeta”, porque entiendo que la vida como la conocemos, tarde o temprano terminará, ya sea porque muera mañana o porque el sol se apague. Hoy para mí, la verdadera tragedia, es que pasemos por esta vida sin reconocer que somos parte de esta naturaleza con toda su tierra, animales, plantas, piedras, agua, estrellas… que no la respetemos, amemos y disfrutemos. Alejarnos de ella nos aleja de nosotr@s mism@s. La forma de vida que nos hemos creado los seres humanos, paradójicamente, nos separa de la vida misma. La creencia de que somos el centro y que lo que tenemos alrededor es para ‘servirnos’ es una concepción equivocada y destructiva que hoy sigue vigente en muchas cabezas, conductas, y leyes. Replantearse la forma en la que vivimos y llevarla verdaderamente a cabo, aún contra toda esta imponente corriente degenerativa, es un reto colosal.
¿Has tenido alguna experiencia espiritual o de vida que te haya motivado a trabajar por este cambio?
La verdad, no me consideraba una persona muy espiritual, pero hacer compost ha sido transformador. Compostar es también una forma de meditación. Me encanta recordar que sabemos muy poquito, aún con todos los avances científicos, y que pasan un montón de cosas que hoy nos es difícil explicar. Compostar me ha llevado a conocer proyectos y gente maravillosa, pero sobre todo, una relación más profunda hacia mí misma desde la naturaleza. Me reconozco más sensible, más observadora y le presto mucho más atención a mi intuición.
¿Qué entiendes por compasión y no violencia?
El principio de la no violencia es la primera cosa que me enseñaron en yoga y me encanta. Lo uso como mantra. Tratar de elegir siempre el camino más amoroso posible hacia adentro y hacia afuera. La compasión la entiendo como, no solo sentir el dolor ajeno, sino ese impulso de intentar aliviarlo entrañablemente. Advertir y contribuir.
¿Qué es lo más enriquecedor de hacer compost?
Todo lo que desencadena. Compost como detonador atómico, porque desde algo muy chiquito, se desatan un montón de cosas: nos conecta con la tierra y con otras formas de vida, fortalece la convivencia en casa, cultiva la paciencia, nos recuerda que estamos en constante cambio, elegimos consumir con más responsabilidad, mejoramos nuestra forma de alimentarnos, nos acerca al jardín y al huerto, nos vincula con más prácticas regenerativas, con otros círculos humanos y más. Reconocemos que el compost, en realidad, es nuestro reflejo.
¿En dónde te pueden encontrar nuestros lectores?
Mi Instagram es @celina.padillavazquez
¡Muchas gracias Celina por tu tiempo y por la hermosa labor que haces en el compost urbano! Les recomiendo a todos que chequen sus talleres y se apunten, ¡no se arrepentirán!
Seamos receptivos. Namasté.
Te puede interesar:
- La compasión y la autocompasión
- #LunesdeAhimsa: Jeny Farías, Fundación Femmex
- #LunesdeAhimsa: Yazmín Courtois, Jay in my Soul, el yoga y la compasión