Hoy quiero hablar de algo distinto a la meditación y al yoga; no diametralmente diferente, sino de algo que considero ayuda a sanar el espíritu y a conocernos más: el hábito del journaling o mantener un diario.
¿Qué es el journaling?
El concepto de mantener un diario escrito no es nuevo, yo lo hacía desde que iba en la primaria y era muy divertido. Sin embargo, en los últimos años ha cobrado un poco más de relevancia a nivel desarrollo personal, ya que se ha probado que puede tener efectos benéficos en la salud mental, como en la reducción del estrés y de la ansiedad.
Esencialmente, se trata de llevar, en un cuaderno, un registro de nuestros días, con nuestros pensamientos, deseos, listas de cosas que queremos hacer y registros de quienes somos y cómo funcionamos. Es completamente personalizable, desde los estilos en los que se presenta la información, hasta los contenidos y los prompts o temas que quieres tratar en cada una de las entradas.
¿Cómo nos puede ayudar el journaling?
Además de ayudarnos a ver el recorrido mental, psicológico y espiritual que llevamos, el journaling es un ejercicio que nos ayuda a ver nuestro crecimiento y a ponernos metas y entender nuestros procesos. Con la evolución que ha tenido la práctica, también nos ayuda a ser mucho más creativos y a responder a nuestro “yo interior” con la manera en la que se plasma la información: puedes usar dibujos, frases, entradas completas, tablas, playlists escritas, entre miles de otras cosas que hacen de esta experiencia de introspección, algo increíble.
La práctica del journaling, sobre todo, nos da la claridad mental que esencialmente viene de plasmar lo que sentimos en palabras e imágenes, lo vuelve real y nos ayuda a afrontarlo y a atesorarlo: nos vuelve más conscientes de quiénes somos y el camino que recorremos.
¿Cómo sanamos el espíritu con el journaling?
El journaling te puede servir, básicamente, para lo que quieras: para registrar tus avances en las clases de yoga, tus tiempos y experiencias en la meditación, tus experiencias en el día a día, cosas nuevas que aprendiste o que soñaste, listas de cosas que quieren recordar. En fin, la lista puede seguir ya que el chiste es darle rienda suelta a tu imaginación.
Si hablamos de sanar el espíritu, el simple hecho de ayudarte a ver tu crecimiento y reconocer tus pasos, es una gran manera de darte crédito y tenerte a ti mismo en una mejor estima. Las hojas se vuelven compañeros en el camino y te sientes tal vez más acompañado y menos solo en el camino espiritual, el cual a veces puede ser confuso y tortuoso, pero que vale la pena. Sin duda, también nos ayudará a tener una mayor atención consciente, al juntar nuestras ideas y darles una forma y lugar en un proceso en específico.
En lo personal, yo tengo pensado regresar con todo a esta práctica para que me acompañe en el resto de mi vida, tanto fuera como dentro del tapete. ¡Me emociona empezar este viaje!
¿Tú mantienes algún registro escrito de tu vida? ¿Cómo te has sentido al respecto? ¡Compárteme en los comentarios!
Seamos receptivos. Namasté.
Hace muchos años llevaba un diario pero lo fui dejando en el camino, sería bueno retomarlo, gracias Melco
Desde niña no hago un diario, pero vamos a intentarlo.