En este mundo tan lleno de nuevos términos y nuevos anglicismos, ya nos pudiera parecer hasta común hablar de mindfulness (o al menos lo es para los que nos gustan estos temas), sin embargo, son pocas las ocasiones en las que en realidad nos ponemos a escarbar en la arena y pensamos en qué quiere decir el término.
A mí me gusta pensar en mindulness como la habilidad de estar plenamente en el presente. De manera más amplia, y de acuerdo con este sitio, mindfulness puede ser entendido como “prestar atención de manera consciente a la experiencia del momento presente con interés, curiosidad y aceptación”.
Jon Kabat – Zinn, el padre de la técnica de Reducción del Estrés Basada en la Atención Plena (Mindfulness-Based Stress Reduction) describe al (¿o la?) mindfulness como la capacidad de “prestar atención de manera intención al momento presente, sin juzgar”, es decir, llegar a las experiencias con una suerte de bastidor en blanco y con la plena intención de estar.
Ahora, antes de indagar en las bondades de mindfulness para recuperar nuestro equilibrio interno y para desarrollar mayor capacidad de compasión y compararla con la práctica de meditación, quisiera hacer una mención especial a la página de Headspace, de donde estoy sacando gran parte de mi información de hoy y cuya app ha sido mi guía para adentrarme en este tema y abrazar a la técnica, como quien abraza una almohada. No hay patrocinio, sólo mucho amor a quién amor da.
Mindfulness y meditación no son sinónimos ni pretenden serlo. Como dice este artículo de El País “algunas clases de meditación implican mindfulness, pero no en todas las prácticas de mindfulness interviene la meditación, y tampoco toda la meditación se basa en la mindfulness”. La meditación es, tal cual, el entrenamiento de la mente para que entonces no nos sintamos identificados con los pensamientos o sensaciones, no las hagamos propias. De acuerdo a este fantástico artículo, la meditación puede relajarnos y regular nuestras emociones en el corto plazo, pero también puede cambiar a nuestro cerebro de manera permanente si lo vemos como un ejercicio.
Lo cierto: Una mente más clara, más calmada y más contenta no se va a quebrar de manera tan fácil o no va generar narrativas que nos metan en conflictos; nos generará relaciones más saludables con otros, con el entorno, con nosotros mismos, etcétera. En sí no va a cambiar las circunstancias externas, no va a hacer que el entorno sea otro, pero si nos va a ayudar a apreciarlo de diferente forma.
La lista de beneficios de la meditación y del mindfulness puede llegar a ser eterna, y lo mismo si intentáramos hablar sobre su definición y sus aplicaciones, es uno de estos grandes toboganes de información actual en los que les invito a indagar y a ser sus propios jueces a partir de la experiencia.
Namasté.
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