Hubo un pensamiento que me vino hoy a la mente en lo que daba mi clase de Yin Yoga de los sábados: qué curioso es que siempre tenemos que buscar algo con que “tapar” el silencio. No importa si son pensamientos, ruidos, etcétera, pareciera que a los seres humanos nos cuesta trabajo estar en paz con el silencio y con la calma, por más que lo buscamos.
En yoga existe una palabra en sánscrito para el silencio, el cual es referido como Mouna; esto no sólo quiere decir el silencio que nos rodea, sino también el silencio dentro de nosotros, en nuestra mente y en nuestras interacciones. Recuerdo perfectamente que en muchos de los encuentros de yoga que tuve, particularmente mi primera certificación de Dharma Yoga, hacían un particular énfasis en la cuestión de Mouna o economizar el pensamiento y el lenguaje para purificarlo.
¿Qué es Mouna?
Mouna, en sí, quiere decir silencio; pero, Mouna va más allá de eso y refiere a todas aquellas situaciones de encantamiento y respeto por el mundo y lo que nos rodea que nos quedamos sin palabras (tal cual) o, bien, en donde el silencio es una manera más para respetar al otro o de honrar su presencia o su no presencia.
De la misma forma, la idea de Mouna es que, conforme practicamos el silencio, la necesidad del chisme o de hablar sobre cosas que no llevan a ningún crecimiento espiritual va decreciendo y, en realidad, lo que decimos y lo que expresamos comienza a tener un mayor sentido a que si solamente nos viéramos forzados a hablar por hablar.
¿Cómo he incluido el concepto del silencio o de Mouna en mi vida?
Ciertamente, Mouna y el silencio han sido dos de los aspectos más difíciles de incluir dentro de mi práctica y dentro de mi vida; no solamente desde la parte “auditiva” del concepto sobre lo que hablo, sino, más bien, sobre lo que pienso y la calidad de mis pensamientos.
En este sentido, el silencio en mí busca ser menos crítica conmigo misma, tratar de no caer en espirales o patrones de pensamiento que no me llevan a ningún lugar espiritualmente benéfico y, sobre todo, tratar de transmitir esto a mis alumnos, particularmente en las clases en donde tengo que “economizar” mis instrucciones y hacerlas lo más puntual posible.
¿Tú cómo manejas el silencio en tu vida? ¡Compárteme!
Seamos receptivos. Namasté.
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