La semana pasada sucedió lo más temido por mí en estos últimos meses: me lesioné y me lesioné feo desde la cadera hasta la pantorrilla en un esfuerzo del ego por probarse a sí mismo cuando en realidad necesitaba descansar.
Me explico: hacía semanas que tenía un leve dolor en el lado izquierdo de la rodilla y paré actividades fuertes (como correr) por dos días. Sin embargo, no le di chance a la lesión de que sanara por completo y decidí salir nuevamente a la calle con la lesión, corrí 10 kilómetros y al regresar a casa no podía ni caminar. Mi cuerpo, a gritos, pedía descanso y, aún así, decidí hacerle más caso a mi voz competitiva que a mí misma.
Esto, evidentemente, me obligó a detener mi práctica de yoga por un par de días, lo cual fue lo que más me costó. Mi práctica ya la tengo tan tejida en mi vida que los días de descanso a veces no los veo necesarios e, incluso, los días de descanso del yoga hago otras cosas. En estos dos días en donde tuve que suspender la práctica de las asanas porque hasta el saludo al sol me costaba trabajo, me enfoqué en el pranayama y en la meditación para sobrellevar todo lo que me estaba pasando, desde un vaivén enorme de emociones, de mucha frustración y de ganas de sobreponerme a todo.
Lección de hoy: ¿Qué debo de hacer en caso de una lesión?
Antes que nada, debes de consultar a tu médico para que te indique cuáles son los ejercicios y medicamentos que requieres para lo que te haya sucedido.
Esto es muy importante ya que, si bien para muchas personas como yo, el yoga es fantástico; el yoga no es mágico ni sustituye el tratamiento médico que te puede brindar un profesional de la salud y del cuerpo.
Segundo, tienes que aprender a escuchar a tu cuerpo.
Hay muchas veces que queremos ignorar la existencia de un límite o, bien, lo reconocemos pero decidimos ignorarlo y ver hasta dónde puede estirar la liga. Esto a la larga puede llevar a que te lastimes más y que tu cuerpo deje de reconocer movimientos que le eran naturales. Esto lo he aprendido mucho de la práctica de Yin Yoga, en donde te enseñan que hay que reconocer el límite y respetarlo ya que la práctica no debe de doler.
Tercero, tenerte mucha paciencia.
Si hay algo que he aprendido en esta semana de descanso, es que todo es cuestión de paciencia y de dejar que el cuerpo, poquito a poquito, agarre la onda y regrese a su buen funcionamiento. Sobre todo si estás acostumbrado a tener mucha actividad física, este punto puede ser complicado, sin embargo, esta es la clave de la curación apropiada.
Quería compartirles estos breves puntos, lo cuales cada día los entiendo más y más y trato de apropiarlos para mi propio proceso de sanación. El yoga, como hemos visto, no sólo es las posturas físicas, sino que también incluye la respiración, la concentración y la meditación y estos estados mentales positivos que también nos ayudan a experimentar la paz y la unión de la mente con el cuerpo. Ha sido una semana difícil pero en donde he aprendido mucho de mi práctica y de mi misma.
De todo aprendemos en esta vida, definitivamente.
Seamos receptivos. Namasté.
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Me encantó este blog Ana Lucia, hay que reconocer nuestros limites y atendernos profesionalmente cuando nuestro cuerpo no está funcionando correctamente.
Muchísimas gracias Bety! La verdad es que he aprendido de profesionales de la salud como tú la importancia de cuidarse y atenderse de manera profesional. Existen elementos que ayudan, como el yoga y la meditación, sin embargo, si lo necesitamos para eso están los médicos!
Muy cierto lo que nos platicas. A veces creo que nosotros somos los críticos más severos y nos exigimos cada vez más, en un mundo tan competitivo y ambicioso, ignoramos nuestros límites y capacidades.
Muchas gracias Mariana por tu comentario! Es muy fuerte que a veces los estándares imposibles nos lo ponemos nosotros, en la vida y en el yoga, cuando en realidad se trata de conocernos y saber cómo funcionamos: disfrutar del camino. Mil gracias por leerme!