¿Cómo llegué al yoga?

Acacia Yoga

Muchas entradas de este blog se han dedicado a los principios filosóficos y éticos del yoga, de las posturas, y de los principios para la meditación y el mindfulness, sin embargo, hoy quisiera hablar de mi experiencia personal en la práctica: el cómo, el cuándo y el porqué.

 

Mi primera clase de yoga, originalmente, la tomé cuando tenía quince años como actividad “extra” a las clases de flamenco que tomaba y en el cuadro en donde bailaba. Siempre pensé que la práctica que nos ponían de Hatha y de Ashtanga estaba dedicada a que tuviéramos una mayor flexibilidad en el baile cuando, en realidad, era para tener una mayor conciencia de nuestro cuerpo. Hoy lo entiendo así.

 

En realidad recuerdo que me gustaba muchísimo la práctica, aun cuando entonces no tenía ni siquiera un tapete para practicar y lo hacía sobre la duela, tampoco tenía ropa “deportiva” y practicaba con las mallas y el leotardo que usaba para bailar. Eran otros tiempos y jamás me hubiera imaginado que mi vida iba a girar hacia allá.

 

Muchos – pero muchos – años después, y tras varios trabajos en donde no era yo feliz y en realidad me hundía en la depresión, decidí por primera vez tomarme unas vacaciones y salir de la ciudad hacia Zipolite, Oaxaca. Alrededor de esos años, por estrés y por la postura de estar frente a la computadora, tenía yo una contractura enorme en el trapecio y los músculos que circundan a la escápula, de forma que no me dejaba ni siquiera mover la muñeca del brazo derecho, por lo que decidí anotarme a unas clases de yoga que había en el hotel para ver qué se sentía relajarse; fue allí donde conocí un prop similar a la Back Mitra, que me ayudó a aliviar el dolor que sentía en la espalda y me di cuenta que podía tener una mayor calidad de vida, lejos del dolor.

 

Al regreso de mis vacaciones, me anoté a las clases de Hatha y Ashtanga en un estudio al sur de la Ciudad de México y la verdad es que los pocos meses que estuve por allá, fui feliz. Sentía que trabajaba mi cuerpo sin que en realidad entendiera el componente devocional y espiritual de la práctica.

 

Unos meses después, el malestar en mi escápula creció a una mini parálisis en donde no podía mover mi brazo derecho por estrés; dolor que, poco a poco, amenazaba con bajarse a la ciática. Recordé lo hermoso que había sido el tener esas clases en la playa donde sentía el alivio del dolor y busqué terapia manual muscular, así como el regreso a mis clases de yoga en otro estudio al centro de la Ciudad de México ¡La primera maestra que me dio clase ese día es ahora una de mis mejores amigas y mi cómplice en el yoga!

 

Me inscribí a mi primera certificación como maestra en Ashtanga 200 horas, misma que terminé en enero de este año. Esta certificación me hizo encontrarme con muchos demonios y con la parte no necesariamente más bonita del yoga: algo que, tarde o temprano iba a suceder.

 

En el centro en donde practicaba entonces, conocí la práctica de Dharma que después me llevaría a buscar mi certificación de 200 horas y, ahora de 500 horas. Descubrí en ella el amor que podía tener hacia el movimiento, hacia la devoción al universo y a lo desconocido y, simplemente, a ofrendar mis posturas y toda mi práctica sin esperar nada a cambio. Todo esto ha ido creciendo exponencialmente conforme conozco y escucho más y más a Dharma Mittra y a todos aquellos que dan su vida en el Dharma Yoga Center de Nueva York. Me di cuenta que aquello que yo creía a los quince años era cierto, sí, el yoga nos ayuda a ser más flexibles y, sí, conocemos más nuestro cuerpo, pero también el yoga nos acerca a conocer más nuestro espíritu y eso es algo que no tiene precio.

 

Últimamente he comenzado a explorar la veta del Yin Yoga en la certificación de maestros de Kassandra Reindhart y realmente la estoy disfrutando. Estoy aprendiendo lo hermoso que puede ser el silencio y lo mucho que esto puede llegar a potenciar mi desarrollo físico, emocional y espiritual en la práctica.

 

Ahora va a ser un año en que abandoné el escritorio de una oficina para dedicarme al yoga, a la meditación y al Reiki. Ha sido la mejor elección que he tomado en mi vida, simple y sencillamente por que me hace feliz y puedo hacer felices a otros.

 

Con esta historia quiero decirles que diario me preparo para ser mejor humano y ser mejor maestra de yoga para mis alumnos, presentes y futuros. Quiero que en cada una de mis clases puedan aprender algo y, si se puede, dejarles alguna lección que también haya yo aprendido en mi momento, quiero que le den esa oportunidad al yoga de cambiarles la vida como lo hizo conmigo.

 

¿Tú cómo llegaste al yoga? ¡Compártenos!

 

Seamos receptivos. Namasté.

10 comentarios de “¿Cómo llegué al yoga?

  1. Bruno dice:

    Durante 8 años he disfrutado correr maratones, pero los años también me cobran factura y mis tiempos cada vez eran los peores (más lento) me sentía muy cansado, recuerdo que una amiga que corre Ultra maratones me recomendó hacer Yoga y heme aquí disfrutando del yoga. Namaste

    • alu.acacia dice:

      ¡Wow! ¡Qué super historia Bruno! Muchas gracias por compartirla. Te felicito por haber encontrado en este camino una actividad que te ayudara a mejorar en una actividad que te gusta y a profundizar en ella, ¡adelante!

  2. Mariana dice:

    Por la disautonomía que tengo, el cardiólogo siempre me pedía que hiciera una actividad física diariamente, pero entre el trabajo, el tráfico y las responsabilidades de casa, siempre encontraba un pretexto para no hacerlo. Durante el confinamiento, la retención de líquidos, el insomnio y la constante taquicardia, me orilló a buscar qué hacer, intenté ejercicios funcionales pero mi cuerpo empezó a crecer músculos y no me sentía cómoda con mi cuerpo. Tomé una clase de Yoga por Instragram, y me dejó con ganas de volver hacerlo. Así fue como desde el día uno, hasta ahora, encontré una práctica que me ayudó a mejorar mi frecuencia cardiaca, que ha tonificado mi cuerpo, y me ha hecho controlar mis emociones y la manera de ver las situaciones de la vida, y que lejos de sentirla como una obligación, es el momento para disfrutarme y conocerme.

    • alu.acacia dice:

      Muchas gracias Mariana por tu comentario. Me parece una historia increíble la tuya ya que muestra un deseo de nunca pararte y de salir adelante. Me da mucho gusto que con el yoga hayas encontrado algo integral y que te funciona, ¡Muchas felicidades!

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