Desde que terminé mi certificación de 200 horas con Sri Dharma Mittra a principios de este año (cuando todavía no sabíamos lo raro que iba a ser el 2020), ya sabía yo que mi alma necesitaba ser parte de lo que seguía: las 500 horas de la certificación de maestros Life of a Yogi. Este es el recuento de mi viaje.
Esta es posiblemente una de las entradas que más trabajo me costará escribir, ya que es intentar juntar todo lo vivido, sentido, escuchado y presenciado a lo largo de un mes (dos semanas en Agosto y dos semanas en Octubre) de estar cerca de la fuente y de vibrar con muchas otras personas que, al igual que yo, buscan su camino en el yoga y han encontrado en la compasión de Dharma Yoga un hogar y una familia.
¿En qué consiste la certificación de 500 horas de Dharma Yoga Life of a Yogi?
Creo que la manera más fácil de explicar esto es el porqué nombré a esta entrada “El yoga más allá de las posturas”: durante este tiempo, y aún con el formato virtual, fuimos parte de un desarrollo de las ocho ramas o brazos del yoga, experimentándolos uno a uno: la parte de las asanas con la Maha Sadhana, las clases con Sri Dharma Mittra, las clínicas de inversiones, arcos y trabajo con la Dharma Yoga Wheel. Los ejercicios diarios de pranayama, meditación y concentración. Las pláticas y discursos de Sri Dharma Mittra sobre el Bhagavad Gita, el Atma – Bodha y otros libros y textos sagrados para entender al yoga, la explicación de los Yamas y los Niyamas y cómo regir la vida de un Yogi a través de estos principios. Sí, las posturas son parte del yoga, pero existe un universo más allá, que es hermoso y vale la pena intentar.
Cada una de estas partes, que conformaban la práctica diaria, busca que el aprendiz o sadhaka entienda cómo vivir el yoga y hacerlo parte de tu día a día: ir más allá de tu tapete y buscar ser mejor persona y mejor ser humano con la base de Ahimsa, no violencia y compasión.
Más o menos a la mitad de todo, después de seguir una dieta específica – tanto física como mental – y de dedicar mi práctica hacia todos los seres vivos, fue cuando me di cuenta de lo enorme y fantástico que era este viaje en el que estaba inmersa. No importa si yo me tenía que despertar a desayunar entre las 4 y 5 de la mañana (¡habían compañeros que lo hacían dos horas antes que yo!) o terminar muy cansada después de un día pesado física y mentalmente; el punto era que el camino espiritual se estaba desenvolviendo y mi cuerpo y alma estaban recibiendo lo mejor, lo siguen haciendo.
¿Qué me llevo de las 500 horas de Dharma Yoga?
Me llevo muchísimas cosas, especialmente muchas emociones y muchas enseñanzas que me acompañarán en mi vida como yogini y que nunca pensé entender; me llevo muchas nuevas amistades y hermandades que nunca pensé que pudieran existir y que me ayudaron a salir adelante cuando mi cuerpo estaba cansado. Sobre todo, me llevo la enorme experiencia de haber estado cerca de Sri Dharma Mittra una vez más, por haber escuchado sus palabras que llegan cuando menos te lo imaginas y te dan luz sobre algo que has estado rumiando en tu mente.
Sobre todo me llevo la enseñanza de que la manera en la que nos desarrollamos en nuestro entorno, cómo nos dirigimos hacia las personas y todos los seres vivos, eso también es yoga. El yoga es mucho más que una postura, es una actitud ante la vida. Tal vez este era el entorno y el empujón que yo necesitaba para entenderlo y para vivir una vida más feliz y más acorde a un principio ético y una energía con la que me identificara.
Esta travesía hacia las 500 horas, este paso en el Año de Dharma (lo he nombrado así), fue logrado gracias al apoyo de muchísimas personas que creyeron en mi viaje, entre ellos mi familia y mi pareja, y que me ayudaron a llegar a él; al Dharma Yoga Center de Nueva York, que nuevamente creyó en mí y en mis ganas de ser parte de esta experiencia.
¡Ahora vamos por las 700 / 800 / 1000! 😉
Seamos receptivos. Namasté.
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